martes, 27 de julio de 2010

Crónicas de funciones: Simon Boccanegra, Teatro Real de Madrid, 22 de julio de 2010.

El pasado jueves 22 de julio Plácido Domingo subía por primera vez a las tablas del Teatro Real encarnando el rol de Simon Boccanegra. Tras pasear su encarnación por Berlín, Nueva York, Milán y Londres, Domingo remataba su periplo en su querida Madrid. La espectación era notable y la función no defraudó.

Domingo estuvo grande, con sus limitaciones consabidas y sus grandes dotes y aciertos, también consabidos. No defraudó. Empezó algo fatigado pero enseguida calentó y la escena del consejo y la escena final fueron grandes muestras teatrales, muy notables. Su Boccanegra es heterodoxo, un capricho, todo lo que se quiera. Pero Domingo en teatro es arrollador y vocalmente es un placer sentir ese timbre, esa emisión todavía plena y extrañamente fresca, al servicio de un rol tan apasionante como el del Doge. No es histórica la creación sino el acontecimiento mismo de que Domingo, con setenta primaveras, se pueda dar semejante capricho y no sólo no naufrague en el intento sino que salga coronado de nuevo.

Gheorghiu se antojaba otro de los grandes nombres de la noche... y defraudó: los graves de coña, el centro de juguete, ella gazmoña y cargante, ademanes vocales y físicos dignos de telenovela, y tan sólo un tercio de registro, el más agudo, bien colocado, hermoso, disfrutable. El papel le va varia tallas grande: y es que Gheorghiu a día de hoy es una lírica cortita, con un grave inexistente, un fraseo melindroso, unas agilidades imperfectas, una dicción muy mejorable y, a cambio de todo eso, únicamente ofrece un registro agudo hermoso, desahogado y franco. Para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas. Por otro lado, la caprichosa diva ha cancelado sus otras dos funciones en una actitud infantil e impresentable. Se merece que no la vuelvan a contratar en el Teatro Real. La soprano del primer reparto, Inva Mula, ha asumido las funciones de la rumana, en un ejemplo de generosidad, profesionalidad y compromiso. Además, quienes han podido escuchar a Mula en estas funciones de Boccanegra indican que siendo una soprano mucho más modesta y sin aires de diva, compone sin embargo una Amelia impecable, ortodoxa, homogénea y sin las ñoñeces de Gheorghiu.

El Fiesco de Furlanetto fue tosco, brutote, leñoso, su dicción estropajosa, escupiendo donde debería proceder esculpiendo, si bien con intenciones aquí y allá, siquiera apuntadas y desaprovechadas acto seguido. Ha confirmado mis peores sospechas.

Giordani: una señora voz de tenor, a veces poco contenido, el agudo cuando entra es magnífico, cuando no bastante leñoso, con ciertos problemas en el pasaje. Sea como fuere, gran lectura del "Oh, inferno...". Quizá el más ortodoxo de la noche. Bravo.

Correcto pero sin florituras el Paolo de Ángel Ódena.

López Cobos y la orquesta: de las mejores noches que les he visto en el Real, podría decir. Gran trabajo con la sección de cuerda, muy matizados los metales, no así la percusión. Me hicieron disfrutar de la maravillosa música de Boccanegra. No pido más, aunque fueron muchas las ocasiones desaprovechadas para componer un Boccanegra más sugerente, más íntimo, más tenebroso.

La puesta en escena fue ridícula. No tuvo un pase la dirección escénica ni lo tuvo tampoco la escenografía. Muy pero que muy mejorable.

El braveo final me pareció un pelín excesivo, pero las noches con Domingo por medio lo desequilibran todo. Él triunfó claramente; los demás, no tanto. Los gritos de "campeones, oe, oe, oe", entre los bravos, me han parecido fuera de lugar.

En resumen: una cita importante, por la presencia de Domingo, que volvió a convencer y a darlo todo. Boccanegra es un título verdiano magnífico, que merece más ocasiones en las programaciones de los teatros de ópera, y fue un placer escuchar de nuevo sus acordes en directo. El resto del reparto y la puesta en escena ni dejaron un gran recuerdo ni incomodaron la velada hasta hacerla insufrible.

*Enlace a la noticia en RTVE:

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