miércoles, 25 de mayo de 2011

Crónicas de funciones: El Cazador Futivo, Liceo, 20 y 21 de mayo, 2011



Der Freischütz. 21 de mayo.- primer reparto
Teatro del Liceo

Muchas veces se ha discutido, se discute y se discutirá sobre el valor de la dramaturgia en la ópera. A mi me parece que la ópera es dramaturgia hasta cuando la oyes en disco, es teatro musical y cuando oigo óperas que no he visto nunca representadas me imagino como serían sobre un escenario. La escena tiene una importancia esencial que se equilibra perfectamente con el canto y la música. Pero si quien decide (tanto musical como escénicamente) se olvida de ese equilibrio, el espectáculo se va al traste.

Viene este espiche a cuenta de la representación de ayer de El cazador furtivo. No voy pormenorizar como fue la escenografía, ya se ha comentado por aquí. Solamente quería constatar la impresión de hastío que me produjo la dirección de escena. Tuvo aciertos, sí. Pero me quedó la sensación de "vamos a hacer lo que nos de la gana en nombre del arte". Ya sé que el director justificará de mil maneras sus decisiones, que dará un sentido a todo lo que hizo, pero eso no le librará que yo piense que no sabe hacer su trabajo y que no conoce la ópera en absoluto. Es una opinión claro, pero tan respetable como su propuesta fallida.


Y a mi me dio por pensar ayer (para no aburrirme, principalmente, en el teatro). Y ¿qué pensaba? Pues qué criterios tendrá una dirección artística de un teatro para contratar a un cantante u otro. ¿Su calidad contrastada en varias audiciones del papel si lo ha estrenado o en pruebas si es la primera vez? ¿En que hizo hace x años un papel similar y lo bordó? ¿En que hay que contratar a quien ahora lo tiene en repertorio aunque no lo haga especialmente bien? ¿O habrá que pagar favores a agentes u otros elementos? No tengo ni idea. Pero lo de anoche fue para pensar que se ha hecho un Cazador por hacerlo, sin cantantes que den la talla (excepto con Salminen) para un teatro que quiere ser de primera como el Liceo. Fue todo bastante vulgar (no despectivamente si no por lo poco excepcional de todo). Ventris, bueno, voz bonita y poco más que me inspire a viajar para volver a verlo. Schnitzer, vamos, más sosa no se puede estar, y hay gente que se dice aficionada a la ópera y va a Barcelona a verla y no va en Zaragoza a ver a Eugenia Enguita, de traca. Dohmen como es él, ni mejor ni peor que otras veces y Salminen breve pero esquisito. El coro bien. Director y orquesta rutinarios.

En resumen, me aburrí. El Cazador me gusta, no lo destrozaron (aunque Konwitschny lo intentó) pero tampoco hicieron nada para que pasara a la historia. Un negativo para el Liceo (aún le queda algún positivo del Parsifal).

fdo. Stiffelio



Der Freischütz. 20 de mayo.- segundo reparto
Teatro del Liceo

Finalizada la velada operística de El cazador furtivo, unos espectadores señalaron con rotundidad "que aburrimiento de ópera". Evidentemente, mezclaban la representación que habían contemplado (escena de Peter Konwitschny) con la extraordinaria partitura de Weber (libreto de Johan F. Kind) y unos cantantes que no les atraparon. Este resumen se podría generalizar pero, con matices.

Una dirección escénica pobre, desangelada, perdida -incluso en las escenas de "la garganta del lobo"- y muy desaprovechada. Más próxima de una velada en concierto que una representación al uso, y sobre todo muy mal planteada por el regista. No funcionó. A ello habría que sumar el catalán utilizado en determinadas partes de este singspiel, en alemán, habladas por Alex Brendemühl (en el rol del diabólico Samiel).

Una orquesta que sonó con un buen nivel -mejor de lo esperado dadas las críticas que acusa- pero con problemas sobre todo en los metales; y El cazador... sin metales, es... Al menos, el coro superó en calidad a la agrupación musical del Liceo.

De los solistas de este segundo reparto destacaron las voces de Lars Woldt (Kaspar) y la española Elena de la Merced (Ánnchen). Ambos fueron quienes recibieron las mayores ovaciones. Papeles bien cantados, con profundidad y correctamente interpretados, sobre todo el de la soprano. Frente a ellos la protagonista Bettina Jensen (Agathe), correcta, timbrada pero sin emocionar y Lance Ryan (Max) con potente voz pero con un molesto y acusado vibrato. El resto correcto, destacando también en el brevísimo papel de Friedemann Röhling (Eremita) y Manel Esteve (Lilian).

fdo. johnny guitar


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