jueves, 24 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Le Grand Macabre, de Ligeti (Liceo, 19/11/11)


El sábado pasado acudí al Liceu para el estreno en España de la única ópera del compositor húngaro Gyorgy Ligety El gran macabro. Con bastante aprensión, confieso, al encontrarme ante una obra completamente desconocida para mí y de la que he oído opiniones para todos los gustos.

A la salida del teatro, mi estado de ánimo era completamente distinto. Había disfrutado enormemente, me había divertido y, en suma, había asistido a un espectáculo teatral, en el más puro sentido de la palabra. Pero vayamos por partes.

Empezaré matizando que esta crónica es resultado de un primer acercamiento a la obra, con todas las limitaciones que eso supone. Pero, contrariamente a lo que uno pudiera pensar, el Macabro es una ópera que resulta cercana a un espectador neófito. Siempre que uno acepte sus reglas, claro está. Quien acuda pensando en Il Trovatore se va a ver fuertemente decepcionado.


¿Qué es El gran Macabro? ¿La anti-ópera, como llegó a afirmar su autor? Yo me atrevería a corregirle diciendo que me parece una semi-ópera. Ópera a veces, a veces teatro. Donde los personajes sobre el escenario tienen que ser más actores que cantantes. Donde no hay melodía. Y sin embargo, es rabiosamente ópera, con esa abundancia de sensaciones transmitidas a través de la orquesta, a través de la escena. No sé qué es El gran Macabro, pero sí sé que nunca había visto u oído nada que se le pareciera.

Y por fin llego al quid de la cuestión: el Macabro tiene que verse sobre el escenario, se sustenta sobre una escena y no creo que soportara con éxito una representación de concierto. Es que es cualquier cosa menos música de concierto.

Por tanto, creo que la verdadera protagonista de esta serie de veladas del Liceu es la producción de la Fura dels Baus. Que es la magnífica composición de Álex Ollé la artífice del éxito de esta ópera en los últimos años en los teatros que ha visitado. A la salida del Liceu discutía con un amigo buen conocedor de la obra sobre la adecuación o no de la idea de la Fura a la ópera. El no estaba convencido, yo, sin embargo, entusiasmada. Creo que la Fura ha aprehendido a la perfección la esencia de la comedia del absurdo que representa el Macabro: la sucesión de situaciones cotidianas, extraordinarias de puro ordinarias. La elevada filosofía de los personajes más bajos (como Pier the Pot). La minúscula relevancia de la mayor tragedia (la muerte, en el personaje de Nekrotzar). Las urgencias terrenales de los amores perfectos (Amando y Amanda). En fin. Tutto nel mondo è burla. Y la Fura, con una dirección de actores como nunca les había visto, bordan sencillamente la traslación del libreto a imágenes. Incluyendo el no tomarse a sí mismos demasiado en serio. Solo puedo decir que “Thriller” ya no volverá a ser lo mismo.

Eso sin mencionar el prodigio técnico de la escenografía, con la superposición de vídeo sobre la figura gigante creando un juego de imágenes que uno no se puede perder, y al que no creo que una edición en dvd le pueda hacer justicia. Eso sin mencionar la maravillosa iluminación de Peter van Praet.

En lo musical, Michael Boder resolvió la papeleta con soltura. Creo que la partitura del Macabro puede parecer engañosamente sencilla, pero la orquesta sigue tan de cerca al libreto, acompaña con sus exabruptos, con sus pianísimos, con sus silencios, tan fielmente a la historia, que hay que estar muy atento para dar a cada compás la entonación, la intención justa.


Vocalmente, no creo que estemos ante una obra para que un cantante se luzca. Un amigo mío diría que el Macabro pertenece a esa serie de óperas que no pueden tararearse en la ducha. Digamos pues que los cantantes cumplieron, destacando más como actores (¿es ópera, entonces?). Chris Merrit construyó un bonachón Piet, acompañado de un Frode Olsen apenas audible como Astradamors. Werner van Mechelen cumplió como Nekrotzar, aunque seguramente fue el menos versátil de la noche y le faltaba un punto de fuerza para llegar al personaje. Ning Liang era Mescalina, que también cumplió. Mejor Brian Asawa como Gogo, aunque diría que su papel tiene tanta parte cantada como hablada.

Dejo para el final lo mejor del reparto: las dobles parejas de Ana Puche e Inés Moraleda como Amando y Amanda, muy bien compenetradas en el dúo, y Francisco Vas y Simon Buteriss como el Ministro Blanco y Ministro Negro. Finalmente, Barbara Hannigan doblando a Venus y Gepopo, estuvo sencillamente espectacular, especialmente en la escena del segundo personaje.

En resumen, no sé si el Macabro es ópera o no. Pero si pueden, no se la pierdan.

fdo. Alicia Cano

lunes, 21 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Roméo et Juliette (AGAO, 19/11/11)


Siguiente título en la temporada de la ABAO y turno ahora para Romeo y Julieta de Gounod.


A pesar del quizá excesivo minutaje de la obra, hubo unas cuantas cosas relevantes: lo mejor vino de la mano de Caballé-Domenech y la Sinfónica de Navarra. Esta orquesta es la mejor de las que suelen pasearse por el Euskalduna. Y la batuta fue de muy alto nivel: había técnica, había gesto, había intenciones, había criterio y había resultados, porque todo lo que intentó le salió. Bravo, bravo.


Vamos con los cantantes.

Ciofi: Es muy complicado valorar a una cantante TAN inteligente pero con un instrumento tan pobre en origen y además hoy tan mermado. De algún modo fue un leve error de cast. Ciofi sigue teniendo medios para dar lecciones como ligera, pero como lírica pura es evidente que naufraga, sin graves y sin un centro carnoso y cómodo para recrearse. Las páginas de ligera pura que tiene el rol fueron de impresion, y a todo lo demás le puso muchas ganas, mucho criterio y mucho teatro del bueno, pero la voz tiene las limitaciones que tiene. Así pues, gran cantante, artistaza, pero limitada o irregular como Juliette.



Bros no llegó a estar tan cómodo en el rol de Romeo como lo encontré este mismo año en la Bolena o en el Werther. La sensación de primera lectura fue constante durante toda la funcion. Y quizá no podía ser de otro modo porque debutaba el rol, pero le falto despegar del todo, sentirse menos tirante arriba, recrearse, etc. No obstante, sigue cantando con un gusto exquisito, con un timbre cada vez menos nasal y con más centro, en un francés casi impecable. En suma, notable noche la suya, un debut convincente, pero le he visto en mejor forma este mismo año.


Secundarios resultones tirando a flojos. Pero nadie estorbó en demasía.

Y la puesta en escena de Arnaud Bernard (que acertó de pleno con su pasado Falstaff) me pareció muy floja. Muy pobre dirección de escena, sobre todo pésima en los movimientos corales, ruidosísimos. Y la escenografía tan blanca y tan básica... Lo mismo hubiera valido para una Gioconda que para este Romeo que para dos o tres títulos más. La omnipresencia de un blanco sin significado ni contribución escénica me dejo un mejorable sabor de boca.

Resumen, pues, notable noche de ópera, con destellos de gran trabajo y momentos mucho más flojos, ni mejor ni peor que el Boccanegra que abrió la temporada.

fdo. Alejandro Martínez

martes, 15 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Die Walküre, Teatro de la Maestranza, Sevilla, noviembre 2011


A continuación, un par de crónicas, levemente dispares en algunos puntos, sobre las funciones de Die Walküre programadas por el Teatro de la Maestranza de Sevilla en este mes de noviembre. La primera crónica corresponde a la función del estreno y la segunda a la del lunes 14.



Función del estreno

Para mi, la noche del pasado viernes fue mágica. Fue de esas representaciones que queda para siempre grabada en el personal libro de experiencias operísticas. ¿Fue una función perfecta? Eso es muy difícil hoy por hoy y menos con Wagner. Pero hubo muchas pinceladas de maestría y, sobre todo, hubo tres pilares sobre lo que se le levantó una noche muy especial.

El primer pilar fue Pedro Halftter. Creo que el aficionado de Sevilla va ha haciendo justicia a este gran director. Personalmente es casi la razón principal por la que me desplaze al Maestraza. No sólo ha aportado a lo largo de estos años su maestría si no que ha puesto en escena obras infrecuentes pero de una indudable calidad y que son muy difíciles de ver en nuestro país. Su dirección de la Walkiria fue muy ponderada, siempre atenta a los cantantes, elegante y lírica, sin pecar en excesos, premeditadamente lenta, buscando más la intimidad que el dramatismo y la pompa. Fue genial oír a esa extraordinaria Sinfónica de Sevilla (que también pecó de algún despiste sobre todo en los vientos).

Una Walkiria con un buen Wotan es impagable y ese fue otro de los méritos de la representación. Volle estuvo enorme, genial, con una voz perfecta para el papel, matizando, interpretando, viviendo su papel. Ya se ha dicho la perfección de su confesión del II Acto, cuando fue poco a poco desgranando su fracaso como dios. Lo mejor de la noche vocalmente, sin duda.

Había visto la puesta de la Fura en los dvds de Valencia. Ganas me dieron de tirarlos en cuanto volviera a casa. Nada que ver con la maravilla que es ver esta excelente recreación de la Tetralogía en directo. El sentido poético de la obra no se olvida en manos de la tecnología si no que esta se pone a su servicio haciendo que sientas todas las pasiones que fluyen por la obra. No me gustó el vestuario pero eso era lo de menos ante la extraordinaria concepción de la dramaturgia wagneriana. Una obra como esta bien dirigida teatramente vale el triple.

De el resto, todo estuvo entre el bien y el sobresaliente. Abajo del nivel musical podría la Fricka de Vermillon, aunque le daría un bien. Bravo por el Sigmund de Ferrero. Torear con ese toro germano siendo de una tradición musical tan distinta merece todos los elogios. No es una voz heroica pero cantó con muchísima intención. El más flojo en pontencia vocal. Excelente Lang como Siglinde, aunque a veces chillona y basta, pero es que vivía en una caverna, y preparaba pata de jamón chamuscada. Mejoró mucho en el II Acto y lo bordó en su frase del III. Herlitzius fue una Brunilda rebelde y ágil, con una voz adecuada para el papel, entregaa y vivaracha como atriz, resuelta y valiente en lo musical. No será de referencia pero se defendió como una jabata. Bien, muy bien las walkirias (excepto una, mezzo, que se oía viejuna -siento no saber su nombre pero terminaba en inde-).

Que gran noche, como disfruté, como lloré en los adioses, como aplaudí, como agradecí que Wagner sea bien servido. No hacen falta grandes estrellas (que siempre vienen bien), hace falta ilusión, una gran batuta y alguien que dirija la escena amando a don Ricardo. Siempre a sus pies.


fdo. Javier del Olivo



Función del lunes 14

Acudía con mucha ilusión y grandes expectativas a esta función de La Valquiria. Sobre todo, por tanto leído en estos últimos años sobre la puesta en escena de la Fura. Y también, es cierto, por un cast un tanto desconcertante y por un foso del que esperaba mucho. Y... no todo fue tan estupendo. Me alegra mucho leer lo mucho que disfrutó mi querido Stiffelio. Yo lo pasé muy bien, me emocioné al final, pero encontré muchos claroscuros en la función. Vamos por partes...

Empecemos por Ferrero. Nunca antes le había escuchado, así que ignoro cuál ha sido, en concreto, su evolución vocal. Estoy al tanto de qué cantaba antes, pero me cuesta imaginar que esa voz fuese la de un lírico limitadito. Para nada. De entrada, cuestiono lo dicho aquí por otros asistentes, ya que desde paraíso no aprecié problema alguno de volumen, ni de proyección. Y aquí hay que matizar, porque se confunden algunas cosas, creo. Es evidente que la de Ferrero no es una voz de spinto, ni de heldentenor sobrado; no es más que un lírico con peso, pucciniano, que va bien arriba, que canta seguro. La voz está bien colocada, corre, tiene presencia, volumen, técnicamente no es reprochable. Pero las facultades naturales no le han dado un grave más que correcto y justito de volumen, aquí sí, básicamente porque tiene que descolocar un poco para encontrarlo. Y carece también de un centro terso, acariciador, tan importante para el segundo acto, donde precisamente estuvo más flojo. En todo caso, salvó un Siegmund con muy buenas impresiones. No hay que olvidar que era su segunda función con el rol. Aunque se veía que el papel está cogido con pinzas todavía, es muy meritorio sacar adelante con tanta convicción un rol tan importante. Su primer acto fue irregular, sobre todo por dos problemas: uno escénico, que es su pasividad, pues se le vio muy poco metido en la dinámica de la Fura; y otro vocal, pero no técnico, sino de prosodia, ya que tiene un alemán mejorable, por dicción y por fraseo, sobre todo. La dinámica de la frase wagneriana sonaba demasiado pucciniana, digamos. Y cada fraseo demanda lo suyo. Se comió también alguna nota, caló alguna otra, todo ello pecata minuta, pero hay que reseñarlo. Valoración final, pues, notable alto. Sí, porque no fue espectacular, no fue arrebatador, pero fue convincente, y me alegró encontrar a un cantante español que canta sin forzar un rol que demanda lirismo y peso vocal a partes iguales. ¿Una encarnción limitada? Por supuesto... pero está en el buen camino y me pareció un Siegmund muy meritorio para ser su segunda función con el rol.

Lang compuso una comprometida Sieglinde, en el doble sentido del término: muy comprometida con el concepto de Sieglinde de la puesta en escena, con ganas de dar mucho de sí vocalmente; pero también comprometida en el sentido de algo limitada, condicionada. En concreto, condicionada por unas facultades vocales que ya se muestran mermadas. La voz está cada vez más agría, no es bella, no es tersa, pero arriba, cuando todo entra, tiene pegada, se despliega y ofrece un metal importante. Pero eso no pasa siempre, es irregular. Y el grave no está, por mucho que lo busque. Además, tarda en calentar la voz y no compone la Sieglinde lírica, jóven, entre inocente y luchadora, esa mujer que descubre un mundo fuera de Hunding, sino una lectura mucho más enfática, con apenas "mundo interior", digamos. Fue a más, desde un muy bueno "Du bist der Lenz" hasta el final del primer acto, y lo dio todo, al borde del fallo, durante el segundo acto. Así pues, brava por darlo todo, pero... las limitaciones fueron evidentes.

El Hunding de Ulyanov fue un auténtico troglodita, derrochando voz de forma muy poco productiva. Se limitaba a sonar y sonar, y desaprovechó dos o tres inflexiones clave en el texto, para hacer otras cosas. Voz había, y por arrobas, pero... poco más.

El mejor de la noche, sin la menor duda, fue un sorprendente Volle. Curiosamente, era el que más reservas me generaba dentro del cast previsto. Siempre he tenido a Volle por un decente y correcto barítono lírico, pero con unos medios limitados y un canto de un lirismo un tanto tosco. Ahí está su buen Beckmesser, como ejemplo de lo que yo tenía en mente antes de la función. Pues bien, todo lo contrario, se superó a sí mismo, y con creces, y me convenció desde su primera intervención hasta sus maravillosos adioses. Emocionatísimos esos últimos cuarenta minutos de música, todo el dúo con Brünhilde y su largo monólogo. Qué forma de decir, de sentir el texto, de mirar a su hija, y sin forzar en ningún momento la voz, siempre con una colocación impecable, una voz homogénea. Sus anteriores intervenciones fueron geniales. Recuerdo claramente esos dos impactantes "Das Ende" y también los dos "Gehe" que acaban con Hunding. Estuvo genial ahí. Puro teatro cantado. Grande, grande. Me emocionó mucho el final de la función. Así pues, un Wotan de altura, como no imaginaba encontrarme. La voz carece de graves notables, pero eso no es problema en un intérprete que basó su retrato del papel en mucho más que puro efectismo vocal en dos o tres momentos puntuales. Lo que hizo Volle fue un retrato completo y complejo, vocalmente bien servido y escénicamente intenso. Bravísimo, por tanto.


Vermillion y Herlitzius estuvieron bien. Sobre todo Brünhilde, durante todo el tercer acto, hizo una gran labor, muy escénica, vocalmente en forma. El segundo acto fue más flojo, también tardó en calentar la voz, pero en conjunto fue una BrÜnhilde más que aseada, lo cual ya es mucho vista la complejidad vocal del papel. Y Fricka sí que adolece de una técnica más precaria, es una cantante menos imaginativa, pero a cambio entendió perfectamente el papel, en lo dramático, y se ajustó por completo a la propuesta de la Fura. Vocalmente no fue espectacular, pero sí más que digna.

El foso y Halffter: de notable muy alto, digamos. Es una lástima que Halffter se haya conformado con una lectura efectista, de grandes rasgos, de subrayados de brocha gorda, y no acuda apenas a crear tensiones, a detener el tiempo, buscar la magia. Buscó un sonido limpio, grande, lujoso, reconocible, una lectura firme, directa, pero también de un sólo trazo. Me pareció muy flojo su trabajo con los cantantes. He leído en otras crónicas, en prensa, que frenó el volumen de la orquesta para no taparlos. Para nada... no diré que metiera "ruido", porque aquello no era ruido en ningún sentido, pero sí buscó volumen y sonido. No me dio la impresión de quedarse con las ganas de meter más volumen al foso. Pero decía que me pareció flojo su trabajo con los cantantes porque no les daba apenas la más mínima entrada. Lo cual no es un problema en sí mismo, salvo cuando un cantante te lo reclama de forma evidente, como le sucedió a Ferrero durante el segundo acto, en un par de ocasiones, que buscaba la referencia de Halffter sin encontrarla, así que entró a destiempo en dos intervenciones, una levemente antes y otra levemente después. Eso Halffter lo podía haber evitado perfectamente. También hubiera podido ordenar mejor el coro de valquirias, que sonó un pelín aturullado (buenas voces, a todo esto). La respuesta del foso fue en general muy buena. Salvo alguna pifia menor del viento metal, todo estuvo en orden, destacando la muy alta calidad de las cuerdas. Así pues, la parte musical fue de muy alto nivel, pero podría haber dado mucho más de sí, con un Halffter menos conformista y resultón.


Sobre la puesta en escena de la Fura... buff... tanto que decir. No diré que me decepcionó, pero sí diré que me supo a poco. Me pareció un poco previsible y con más inconvenientes que hallazgos, en una valoración global. Doy por seguras de antemano dos cosas: la primera, que no estaba demasiado ensayado el trabajo escénico en estas funciones del Maestranza, por lo que me han comentado varios amigos que ya vieron este Anillo en Valencia, mucho mejor engranado. Por tanto, hubo un problema de preparación que hizo que no todo funcionara cómo y cuándo debiera. Y en segundo lugar, doy por supuesto que la propuesta escénica para esta jornada cobrará más sentido vista en el conjunto general de todo el Anillo tal y como la Fura lo ha trabajado. Vista, sin embargo, la Walkiria aislada, hay muchas cosas que me dejaron un sabor agridulce.

La primera, las proyecciones: en algunos momentos, hermosísimas y muy bien traídas, muy en sintonía con lo que sucedía en el foso, pero creo que son un elemento del que se abusa, confiando a él demasiados momentos de la función. Se me hicieron un tanto repetitivas, casi previsibles. Una lástima, porque en dos o tres momentos, sobre todo en el final del primer acto, el efecto es magnífico.

El segundo elemento que me genera dudas son las gruas que elevan, traen y llevan a diversos personajes desde el segundo acto. Sé que son un guiño a los móviles originales, etc, etc... pero... ¿nadie se ha dado cuenta de que es muy cansino ver a los técnicos constantemente en escena, como moviendo los hilos de esos gigantescos guiñoles? A mí me pareció más contraproducente que un hallazgo. Dicho de otra manera: muy vistoso, pero no me decía nada sobre lo que estaba pasando en escena. Muy vistoso, repito, pero muy vacuo. Puro derroche "técnico" que no me llevaba a ninguna parte. Vistoso sí, desde luego, eso no lo negará nadie. Pero a mí se me hicieron un poco cansinas las grúas tanto rato en escena.

Y el tercer elemento, el más descacharrante, es el móvil que aparece al cierre del segundo acto. Totalmente inutil, probablemente muy caro, tanto por los costes de la propia estructura como por la cantidad de gente que moviliza para montarlo, y... ¿para qué? Totalmente ausente de significado. Igual es que no le pillé el punto a esa propuesta, pero me pareció innecesario.

Así pues, la puesta se queda en dos o tres hallazgos escénicos del primer acto (esa Sieglinde atada, como un perro, por ejemplo), una iluminación bien pensada, dos o tres guiños efectistas (pero muy caros, supongo), y un hermoso final del tercer acto (pero no memorable, ya que hemos puesto de moda la palabrita de marras...). Tanto escuchar y leer sobre la puesta de la Fura y... me supo a poco. Igual es que mis expectativas eran muy altas... No me pareció una mala puesta en escena, en absoluto, pero sí una propuesta sobrevalorada. Qué le vamos a hacer..

fdo. Alejandro Martínez

sábado, 12 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Boris Godunov, Palau de les Arts, Valencia, 11/11/11


Se inauguraba estos días la temporada lírica del Palau de les Arts de Valencia, con las funciones de Boris Godunov, en siete escenas, esto es, la versión original de 1869 con el añadido de la escena del boque de Kromy, de la versión de 1872.

Los grandes atractivos que ofrece la plaza valenciana siguen recayendo en la lujosa orquesta que viste su foso y el magnífico coro que completa el equipo. Todo ello, incluso en manos de una batuta tan joven como la del nuevo titular Omer Meir Wellber, que no tiene más de 30 años.

Este Boris contaba además con un solvente bajo para el rol titular, Orlin Anastassov, al que pudo verse hace unas semanas también por España, como Fiesco, en el Simon Boccanegra programado por la ABAO bilbaína.


En el apartado escénico se ofrecía una propuesta clásica y cinematográfica, en coproducción con el Teatro Regio de Torino, a cargo del directo de cine Andréi Konchalovski. Clásica, pero entendiendo que lo clásico no significa repetir viejas claves, acomodarse en lo rancio o caer en lo evidente. Clásica porque no busca otra cosa que trasladar a un teatro verosimil, directo y eficaz la historia que se trae entre manos, sin traslaciones temporales, guiños conceptuales, etc. Algo, por cierto, a lo que se presta, y mucho, esta ópera, y con excelentes resultados, a la vista de las magníficas propuetas escénicas para Boris que firmaron Willy Decker o Herbert Wernicke.

Konchalovski opta por moverse cómodo en su terreno cinematográfico y busca sobre todo dibujar una escenografía visual, a cargo de Graziano Gregori, basada en una austeridad escénica (grandes planos, símbolos evidentes, etc.), un eficaz movimiento de las masas escénicas y una impecable iluminación (a cargo del propio Konchalovski). El vestuario, firmado por Carla Teti, ofrecía el único, pero ominpresente, ingrediente de historicismo escénico puro y duro. Todo ello contribuye a crear grandes imágenes, grandes fotogramas, si bien no contribuye a facilitar la narratividad en una ópera con un argumento a veces un tanto enrevesado y desde luego nada lineal, dada la sucesión de escenas incomunicadas entre sí de forma directa. Se trata, pues, de una propuesta clásica, pero no por ello apolillada, que no ofrece ninguna vuelta de tuerca genial en torno a esta ópera, como si hacían los citados Decker o Wernicke, pero que sirve con más eficacia que dificultad a esta ópera.

La función tuvo un nivel muy notable, despegando claramente en los momentos de mayor impacto visual y musical a cargo del multitudinario coro, lo mismo que en los monólogos a cargo del protagonista, Boris Godunov.


Vocalmente, Anastassov se muestra mucho más cómodo y desahogado cantando en ruso que en italiano. La vocalidad eslava facilita su colocación y la emisión resultó más liberada y presente que en otras actuaciones presenciadas. Actoralmente pecó de un excesivo histrionismo en los momentos de máximo enloquecimiento del personaje, forzando casi una caricatura del poder de Boris más que aproximando una posible sintonía entre el espectador y sus remordimiento. Quizá buena parte de este resultado pueda atribuirse a las intenciones de Konchalovski. En todo caso, vocalmente estuvo a gran altura. Renunció al lucimiento en las dos o tres subidas al agudo más comprometidas, por evidente falta de medios ahí, pero a cambio ofreció un centro lleno de fuerza, un fraseo intenso, controlado, capaz de medias voces, de tensiones y dinámicas. Un estupendo trabajo. No es Ghiaurov, aunque físicamente se dan un aire, pero dudo que haya hoy en día un Boris mucho mejor que él (quizá el veterano Salminen, quizá el siempre interesante Pape). Tanto en la escena de la coronación como en la escena final estuvo sobresaliente.



Nikolai Schukoff decepcionó levemente. Mejor dicho: convenció plenamente, y con creces, en el rol de Grigori, pero no parece esa la voz que aspira a cantar, o que canta de hecho, roles de Wagner y Strauss con naturalidad y frecuencia. Una opción muy solvente para este rol, pero habrá que verlo como Bacchus en la futura Ariadne que se presentará en Valencia.

Muy notable el Pimen del experimentado Alexánder Morozov. Una voz grande, con buena proyeccion, con presencia, no especialmente notable por color o belleza, pero eficaz para dar vida al viejo monje.

Teatralísimo y vocalmente sostenible y digno el Varlaam del imponente Vladímir Matorin.

Impresentable la presentación vocal de Konstantín Plúzhnikov como Shúyski. Literalmente sin voz, entre el parlato inaudible y el grito inevitable. Digno de olvido.

Correcta la Xenia de Ilona Mataradze, lo mismo que el resto de intervinientes con partes pequeñas.


En conjunto, pues, una intensa velada, vocalmente a la altura, con algunos detalles mejorables, con un solvente protagonista, y con un lujo de prestaciones en el foso y en el coro.

La labor del joven Omer Meir Wellber fue muy notable, todavía más para una batuta con tan poco rodaje. Probablemente mucho mérito recae en los profesores del foso, pero lo cierto es que escogió bien los tempi, subrayó bien las dinámicas, sostuvo las tensiones adecuadas, trabajó bien con el coro, diferenció bien los planos y melodías. En fin, un trabajo que no admite apenas reproches.

Buen inicio de la temporada del Palau de les Arts. Ojalá esa orquesta dure muchos años, porque es todo un lujo en este país.

fdo. Alejandro Martínez

jueves, 10 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Tristan e Isolda (ABAO) y L´elisir d´amore (AGAO)

En un fin de semana tuvieron lugar dos representaciones líricas, en Bilbao (ABAO) y en Pamplona (AGAO), con un mismo hilo conductor: el amor, el amor arrebatado que puede provocar un filtro en elcaso de la ópera wagneriana, o el amor producto de un elixir vendido por un charlatán de la mano de Donizetti.

Visto y oído el Tristan e Isolde de Bilbao, que en los papeles estelares cantaron Torsten Kerl, Jennifer Wilson, Elena Zhidkova, Matthew Best y Alan Held y, comparándolos con la modesta producción del Teatro Gayarre, enla programación de la AGAO y, siendo sabedor que en esta producción no están lasinstituciones vascas, ni la Fundación BBVA, ni Iberdrola ni demás mecenas, la entrega, la pasión y el canto de los intérpretes de L´elisir d´amore llegaron más al corazón y al sentimiento del espectador navarro que el de los solistas wagnerianos. Por que éstos no se amaban y esa no pasión se acentuó con la mala fortuna vocal de los intérpretes. Fue más intensa la "furtiva lacrima" de Leonardo Capalbo que la muerte de Isolde; hubomás entusiasmo y efusión en el gayarre que tal vez hubiera emocionado al públicobilbaino, tanto con el dúos y las arias interpretadas por Yolanda Auyanet, com odivertido con los aragoneses Carlos Chausson y Isaac Galán, a pesar de la fragilidad de la orquesta ode la puesta en escena -aquí se notan los medios y las genialidades- que para nada teníaque ver con la magnífica del Tristán bilbaíno.

Nuevamente el David golpeó a Goliat.

Fdo. Johnny Guitar

martes, 8 de noviembre de 2011

Audio de la primera conferencia del ciclo dedicado a la Zarzuela

Queridos amigos, para aquellos que no pudisteis asistir a la conferencia del pasado día 2, a cargo de José Miguel Loscos, titulada "La vuelta al mundo en la zarzuela", la tenéis ya disponible en nuestro blog, en el siguiente enlace:



Os recordamos que la próxima charla tendrá lugar este viernes, día 11, a cargo de María Sanhuesa, que nos hablará de los orígenes de la zarzuela.

La conferencia tendrá lugar a las 19 horas en el salón de actos del Museo Ibercaja Camón Aznar (MICAZ).

Gracias por vuestro apoyo y seguimiento. Os esperamos el viernes.