viernes, 3 de febrero de 2012

Crónicas de conciertos: Amor aumenta el valor, de Nebra, en el Auditorio Nacional (Madrid, 19/01/12)


MADRID, AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA, 19-01-2012, 19:30 horas.

AMOR AUMENTA EL VALOR, de JOSÉ DE NEBRA.

LOS MÚSICOS DE SU ALTEZA, Luis Antonio González

AMOR AUMENTA EL VALOR es una ópera que nace en unas condiciones muy particulares: la celebración de la boda de Fernando de de Borbón, Príncipe de Asturias (futuro Fernando VI) con Bárbara de Braganza. El estreno tuvo lugar en Lisboa el 18 de enero de 1728, contando con música de tres compositores distintos, uno para cada acto; por desgracia únicamente nos ha llegado la que compuso para el primer acto José de Nebra, natural de Calatayud, y cuya obra solamente ahora comienza a ser apreciada. Para la historia se optó por un episodio de la época de la República romana tomado libremente de Tito Livio, que se encargó de dar forma el dramaturgo José de Cañizares. Nos movemos por tanto en el contexto de una Opera Seria basada en un episodio de la Antigüedad, con los añadidos, modificaciones y supresiones de los hechos históricos (mero pretexto, en todo caso) que eran costumbre, en el que se desarrollan varias tramas amorosas convencionales. El interés, por consiguiente, no recae en la trama (por más que el texto pueda resultar literariamente interesante –en particular los recitativos están muy bien escritos), sino principalmente en la música. Y ésta es excelente, a la altura, nos atrevemos a decir, de los mejores ejemplos contemporáneos en otras partes de Europa.

Así pues, la obra que tuvimos ocasión de escuchar el pasado día 19 de enero contenía suficiente interés para cualquier aficionado a este repertorio, y debemos decir que no defraudó en ningún caso. De la labor de músicos y director no pueden decirse más que bondades: sincronía impecable, interesante resolución del continuo, matizadas dinámicas… y sobre todo ello la perfecta simbiosis director-orquesta. Responsables de la grabación para el sello Alpha y tras haberla ofrecido ya unas cuantas veces, la obra no tiene secretos para el conjunto afincado en Zaragoza ni para el maestro González (aragonés como Nebra, para más señas), lo que podía dar lugar a acomodamiento en la ejecución; nada más lejos, antes bien es de reseñar que en todo momento se mantiene la tensión orquestal, como por ejemplo en la enérgica Sopla el bóreas irritado, con un desempeño espectacular de las cuerdas. Impecables igualmente los intérpretes solistas en las arias con instrumento obligato. Señalemos que, a falta de la original, se ofreció como obertura la de la ópera Narciso, de Domenico Scarlatti.

El reparto vocal, idéntico también al de la grabación, resultó muy compacto, sin que ninguno de los cantantes deslumbre por ser una voz excepcional; en particular, Olalla Alemán y María Eugenia Boix, que encarnaban a los dos protagonistas (Horacio y Clelia), y con ello disponen de más momentos de lucimiento, destacaron en sus arias respectivas y juntas en su hermoso dúo final, Prestad aliento/Dad confianza. Mención a parte para el aria Ay, amor, ay Clelia mía de Horacio, sin duda el punto culminante de la tarde. En el otro extremo, Marta Infante (Porsena), con una voz engolada, totalmente “construida”, con graves falseados… en la escuela de la peor Vesselina Kasarova; poco que salvar de su parte que no sea el carácter indudable que imprime al personaje. Más testimoniales son el resto de roles, aunque permiten dejar constancia del buen hacer de Agnieszka Grzywacz (hermoso timbre el suyo) como Livio, así como la pareja que interpreta a los dos criados, personajes “graciosos” tan característicos del teatro del Siglo de Oro: Ana María Otxoa (Calfurnia) y José Pizarro (Mimo). Bien también Soledad Cardoso en su aria Como el céfiro corre agitado, una de las mejores de la obra, aunque tal vez se echase en falta algo más de fuerza, que el texto y la música demandan.

El ambiente “familiar” de la Sala de Cámara del Auditorio Nacional favoreció que en todo momento se produjese la necesaria comunión entre intérpretes y público (el maestro González incluso se animó, al comienzo del concierto, a realizar una breve introducción a la obra). A juzgar por los aplausos finales, los asistentes salieron más que satisfechos con la interpretación; y, en muchos casos, con el descubrimiento de una partitura realmente interesante.


Para finalizar, únicamente desear que en un futuro continúe la recuperación del, en tantas ocasiones olvidado, patrimonio musical español, sobre todo si se trata de obras de tanta calidad como las compuestas por José de Nebra. Sin ir más lejos el próximo día 13 de febrero tendremos ocasión de escuchar en el Auditorio Nacional Iphigenia en Tracia, también del compositor aragonés, en esta ocasión con el grupo El concierto español, dirigido por Emilio Moreno. Como curiosidad, en el mismo momento en que escuchábamos Amor aumenta el valor, en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional ofrecía un concierto el célebre Daniel Barenboim; me atrevo a decir que a la salida ninguno sentimos que habíamos acudido a la sala equivocada ese día.

fdo. Hugo Cachero

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