sábado, 11 de febrero de 2012

Crónicas. Recital de R. Pape en el Liceu


Pocas dudas hay respecto a la gran valía de René Pape como cantante de ópera, y el programa que presentaba junto con el pianista Camillo Radicke incluía algunas de las canciones más hermosas de la historia del lied (ya me disculparán la hipérbole): en la primera parte, una selección de canciones de F. Schubert y las "Tres canciones sobre poemas de Miguel Ángel" de H. Wolf; en la segunda, el ciclo Dichterliebe, de R. Schumann.

A pesar de eso el recital no terminó de cuajar. Comenzó con tres canciones de Schwanengesang, entre ellas una interesante interpretación de la célebre Ständchen, que sonó cargada de tristeza; siguieron las canciones de Wolf, muy bien interpretadas, lo mejor del recital. No puedo decir lo mismo del siguiente bloque de ocho canciones de Schubert que, en mi opinión, sonaron frías y distantes; Pape no transmitió el aire (falsamente) popular e inocente de Heidenröslein o Der Einsame pero tampoco consiguió con Im Abendrot el tono intimista y la comunicación con el público que sí había conseguido con Wolf. La última canción del bloque, Prometheus (confieso que una de mis debilidades schubertianas), que parecía hecha a medida del cantante, fue una pequeña decepción. Y con eso llegamos al descanso.

En la segunda parte nos esperaba Dichterliebe, que funcionó mejor que las canciones de Schubert. Se echó de menos una mayor expresividad; el poeta no reveló sus sentimientos, o, mejor dicho, nos dejó con la duda al moverse entre la contundencia de Ich grolle nicht y la indiferencia de Ein Jüngling liebt ein Mädchen. ¿Lo hizo René Pape de forma deliberada, es su visión de Dichterliebe? Es posible.

En resumen, no fue un recital redondo pero tuvo sus buenos momentos y disfrutar de la voz de René Pape siempre es un placer.

Gran Teatre del Liceu, 2 de febrero de 2012


fdo. Silvia Pujalte

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