viernes, 23 de marzo de 2012

Crónicas de funciones: La Clemenza di Tito (Toulouse)



El martes 21 de marzo tuvo lugar la última representación en Toulouse de La clemenza di Tito, en una ciudad conmocionada todavía por el reciente episodio de violencia criminal, que a punto estuvo de provocar la cancelación de dicha representación, dicho sea de paso.

Al final, la función se mantuvo y los asistentes pudimos disfrutar de una agradable velada con el último título lírico compuesto por Mozart. Una ópera que la que esto escribe tiene en alta estima, por lo que le resulta difícil asimilar la opinión relativamente extendida de que se trata de una obra menor, poco inspirada, con un libreto débil y sin tensión dramática.

En cualquier caso, sobre la función concreta del Capitole, puedo decir que estuvo a un nivel bastante aceptable, en cuanto a voces, sobre todo. La orquesta fue lo más flojo, con una lectura plana y anodina por parte de David Syrus que no sacó nada de jugo a la bellísima partitura.

El reparto lo protagonizaba Maite Alberola como Sesto (me resisto a considerar a Tito como el cabeza de cartel), con una entregada recreación de un papel muy duro. Beaumont tiene un timbre agradable, técnica correcta y es buena actriz, aunque sufrió problemas de afinación en algunos momentos y tiene una tendencia a abusar de los portamentos que puede acabar resultando molesta.

La desdichada princesa Vitellia fue interpretada por Tamar Iveri, una soprano cuya voz tarda en calentar y que se queda a veces un poco atrás provocando un efecto feo. Aparte de eso, su volumen es muy superior al de Alberola, con lo que en ocasiones hubo ciertos desajustes en sus escenas conjuntas. Timbre oscuro, buena expresividad. No es el tipo de voz que más me gusta pero cumplió.


El surcoreano Woo-Kyung Kim puso voz y rasgos orientales a Tito. Se trata de un joven tenor con una voz bellísima y enorme, pero que todavía tiene mucho que trabajar en expresividad y regulación de las dinámicas, que no por estentóreo Tito se vuelve más clemente. Habrá que seguirle la pista.

Annio fue Paula Murrihy. Voz de escaso volumen pero nos regaló momentos muy musicales. Y con ella, Anne-Catherine Gillet era su amada Servilia, el personaje en mi opinión con dos de las páginas más hermosas de la ópera: el dúo "Ah, perdona al primo afetto" en el primer acto y el aria "S'altro che lacrime" en el segundo. Se trata de una voz apropiada para Zerlinas, Despinas y Servilias, pero como también es muy joven, veremos por dónde se desarrolla.

Por último, el barítono alemán Andreas Bauer cantó Publio. No le auguro el salto a papeles protagonistas desde el puesto de comprimario oficial que tiene en Berlín: tiene una voz rocosa y fea y escasa expresividad. Una pena, porque el papel, aunque secundario, tiene momentos preciosos.

La orquesta, como decía al principio, pasó sin pena ni gloria. El coro, una vez más, muy consistente. Es de lo mejorcito que tiene Toulouse.


En cuanto a la escena, es una reciente creación de David MacVicar, del verano pasado. Resultona, con la acción trasladada al imperio napoleónico, lo cual tampoco es una idea tan revolucionaria, a base de grandes paneles móviles que cambian de posición en cada escena. Muy discreta y, aunque agradable, no la encontré muy inspirada. Buena dirección de actores en lo individual, pero el coro tuvo sus dificultades para entrar y salir de manera creíble. Adicionalmente hubo una especie de cuerpo de baile formado por media docena de soldados que en ocasiones molestaban más que otra cosa. Y observando sus andanzas me dio por pensar de qué manera las ideas se pierden por los detalles: señor MacVicar, ningún soldado que se precie desnuda el acero ni se sienta en presencia de su emperador. Hombre.

fdo. Alicia Cano

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