jueves, 19 de julio de 2012

Crónicas de funciones: Don Carlo (Viena, junio de 2012)

Un bello Don Carlo en Viena

Director musical: Franz Welser-Möst
Director de escena: Daniele Abbado
Felipe II: René Pape
Isabel de Valois: Krassimira Stoyanova
Don Carlo: Ramón Vargas
Rodrigo: Simon Keenlyside
Princesa de Éboli: Luciana D`Intino
Monje (Carlo V): Dan Paul Dumitrescu
Tebaldo: Ileana Tonca
Voz desde el cielo: Valentina Nafornità

El pasado mes de junio se representó en la Staatsoper de Viena la versión de cuatro actos en italiano de la ópera de Verdi Don Carlo. Con un reparto vocal de relumbrón (Ramón Vargas, Simon Keenlyside, René Pape, Krassimira Stoyanova y Luciana D’Intino en los principales papeles, dirigidos por Franz Welser-Möst y con la Filarmónica de Viena en el foso) los que asistimos nos pudimos llevar un grato recuerdo de la triste historia basada en el drama de Schiller. Los que no, tienen una segunda oportunidad el próximo septiembre con Roberto Alagna en vez de Ramón Vargas.


El elegantísimo, musical, timbre de Vargas da voz a un Don Carlo frágil y vulnerable. Es cierto que la voz del grandísimo cantante mexicano ha perdido brillo, pero su belleza y su depurada técnica lo compensan de sobra. También hay que reconocer que al ser una voz más pequeña que las del resto de los cantantes, Vargas tiene algún problema en los números de conjunto, pero en general consigue una actuación que roza el sobresaliente.Keenlyside también es un enorme cantante, y Posa uno de los papeles en los que más destaca, en mi opinión. Noble voz, canta con intención y expresividad, aunque sus gestos nerviosos sobre el escenario acaban por resultar irritantes, si esta es la única pega que le podemos poner al inglés, no es gran cosa.En cuanto a René Pape (Felipe II), y a pesar de lo mucho que ha mejorado en los últimos años, sigue siendo un cantante un poco monolítico en cuestiones expresivas. Voz enorme, trabajada, pero a la que le falta ese algo más para transmitir los mil matices del torturado rey/padre/esposo. Es una apreciación puramente personal, está claro, pero siempre que veo a Pape en escena (y van ya unas cuantas veces) tengo la sensación de que no se siente cómodo con lo que está haciendo. En resumen: es un buen Felipe, pero no un Felipe memorable.Con Stoyanova tengo el mismo problema que tengo con casi todas las cantantes eslavas en papeles italianos: que el timbre característico “ruso”, oscuro, carnoso y grueso no me parece el más adecuado para la vocalidad verdiana. Dejando esta cuestión aparte, Stoyanova tiene una bellísima voz, una técnica excelente, un fiato excepcional y una expresividad notable. Una gran Elisabetta.


Por último tenemos a Luciana D’Intino en el breve pero intenso papel de Éboli. La italiana es una de esas mezzos que resultarían históricas si no fuera por un solo detalle: su muy deficiente paso de la voz. Tiene una técnica tan extraña que a todos los efectos posee dos voces distintas: la del registro de pecho y la de cabeza, ambas estupendas, pero que viniendo de una sola mujer resultan en un efecto desconcertante. Es una verdadera lástima, porque D’Intino es una maravillosa cantante que pone los pelos de punta con su forma de apianar para acto seguido emitir a plena voz unos agudos timbradísimos y espectaculares. Por su carácter, es una Éboli magnífica, pero ese paso…Poco se puede decir (que no hayan dicho otros antes y mejor) de la orquesta y Welser-Möst. Dirección eficiente, contenida y poco dada a los excesos lacrimógenos, lo cual se agradece en una obra como Don Carlo. Pero sobre todo es una delicia disfrutar de los solistas vieneses: arpa y violoncelo se llevaron dos grandes y merecidas ovaciones por hacer fácil lo que no lo es en absoluto.Dejo para el final el comentario sobre la producción de Daniele Abbado, que resultó el único punto negro de la noche. No es que sea fea, ininteligible o anacrónica: es que no es. No es nada, que es lo peor que puede ser una producción. La escenografía insustancial, como diseñada con prisas, el vestuario, supuestamente de la primera mitad del XIX, lleno de errores históricos y más bien poco inspirado (mención aparte merecería la ropa del pobre Posa). La dirección de actores anodina… Una pena que un teatro como Viena se gaste los cuartos en algo tan de segunda categoría. En cualquier caso, nada puede empañar la bellísima encarnación de una de las óperas más serenamente tristes de Giuseppe Verdi.

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Fdo. Alicia Cano

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