martes, 7 de agosto de 2012

Recital de Elina Garanca (Munich, 25 de julio)

Del Widmung de Schumann a las "Carceleras" de Chapí

Con un recital de lied dedicado a Schumann, Berg y Strauss, regresaba Elina Garanca a Munich tras su pasado embarazo. Si bien ya había ofrecido algunos recitales y había participado en algunas funciones escenificadas, personalmente sentía curiosidad por ver cuál seria su estado vocal tras su reciente maternidad. Y en términos generales diría que tan excelente o mejor incluso que antes. Sin duda está en plena forma vocal. Es todo un lujo escuchar una voz como la suya en un teatro, tan plena, tan redonda, tan bella...


La cita se abría con Widmung de Schumann, una pieza paradigmática, que resume la expresividad de este compositor, su contenida emotividad. La primera parte contenía de hecho cuatro lieder más de Schumann (Der Nussbaum, Jemand, Zwei Lieder der Braut) y seguía con el ciclo Frauenliebe und Leben (Amor y vida de mujer), con poemas de Adelbert von Chamisso, que contiene páginas maravillosas como las del lied Süßer Freund, du blicktest mich verwundert an. El ciclo, inspiradísimo en manos de Schumann, describe el amor de una mujer por su esposo, desde su primer encuentro hasta su muerte. 

Los Sieben frühe Lieder de Alban Berg, con los que continuaba el programa, forman un ciclo de sumo interés y no muy frecuentado en los recitales de lied. Es un ciclo ecléctico, que amalgama los colores y sonoridades del pleno romanticismo con una escritura que deja entrever la atonalidad y la vanguardia. El ciclo requiere una especial concentración, precisamente por esa variada paleta de recursos que demanda al cantante. Garanca salió airosa de la prueba, destacando en los lieder más íntimos y lentos, como el tercero, Nachtigall, o el cuarto, Traumgekrönt. En Youtube encontramos esta grabación en vídeo de una interpretación con orquesta de este mismo ciclo, de 2011, con P. Järvi a la batuta: 



La escritura musical de Richard Strauss conjuga especialmente bien con el timbre luminoso y terso de Elina Garanca, y lo mismo con esa emisión amplia pero íntima, que es capaz de desplegar todo su caudal para acto seguido recogerlo sin esfuerzo. Es el caso del emotivo Ach Lieb, ich muss nun scheiden o del más conocido Meinem Kinde. Pero sin duda la recreación más redonda de Garanca, dentro de este capítulo dedicado a Strauss, vino de la mano de un Allerseelen sutilísimo, íntimo, casi susurrado. El resto de piezas de Strauss incluidas aquí fueron Leises Lied, All mein Gedanken y Heimliche Aufforderung, sin duda una selección espléndida de algunas de las mejores canciones de su catálogo.

En términos generales, quizá pueda reprocharse a Garanca una aproximación un tanto operística al repertorio liederista. Esto no siempre es un demérito, pues no pocos lieder requieren de ese énfasis casi escénico. En el caso de Garanca, no es tanto una cuestión escénica o de énfasis vocal, como sí una cuestión ligada a las características de un caudal vocal privilegiado, que tiende a sonar a voz de protagonista, que se basta por si sólo para seducir al oyente. En todo caso, Garanca demostró que, sabedora del caudal privilegiado que maneja, no se conforma con dejarlo sonar, sino que lo maneja y lo controla a plena voluntad, buscando el matiz, las dinámicas, el texto, etc. Es una delicia, en cualquier caso, escuchar el gran repertorio liederístico en manos de una voz tan rica.

El acompañamiento al piano de Roger Vinyoles fue en todo momento matizado, íntimo, sin afán de protagonismo, en un segundo plano que daba suma confianza a la interprete. Ambos repitieron este mismo programa pocos días después, en el Festival de Salzburgo.

Dejo para el final el breve relato de la "fiesta" que se montó con las propinas añadidas al programa previsto. Éstas comenzaron por un bellísimo "Zigeugner" de Strauss y siguieron por una pieza de un compositor lituano, que Garanca indicó que sería la segunda y última propina. Sin embargo, la insistencia del público le hizo salir de nuevo a escena, preparada para brindarnos otra pieza de lied. Pero antes de que se situara ante el piano, alguien desde la primera fila del patio de butacas le gritó "¡Habanera!", y ella, sorprendida, replicó: "¿La Habanera en un concierto de lied?", y se echó a reír largamente. Acto seguido se dirigió al pianista y le preguntó si tenía la partitura de la Habanera en el camerino. Así era, y fue a buscarla, ofreciéndonos así como tercera propina una Habanera de Carmen ciertamente magistral, matizada y teatral hasta el extremo. Inolvidable. Pero la fiesta no terminó ahí, ya que el público consiguió arrebatarle una última propina, esta vez en castellano, para sorpresa de muchos de los asistentes. Ni más ni menos que las "Carceleras" de Las hijas de Zebedeo, de Ruperto Chapí, pieza que Garanca acostumbra a incluir en sus conciertos y que sin duda disfruta cantando. Se cerró con ello una velada magnífica y generosa, a cargo de una de las mejores voces de nuestros días.

fdo. Alejandro Martínez

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