martes, 11 de septiembre de 2012

Crónicas de funciones: "Moses und Aron", Teatro Real, 7/9/12

El Teatro Real levantaba el telón de su decimoquinta temporada tras la reapertura con la representación en concierto de Moses und Aron de Schoenberg, una obra que ya había previsto programar Antonio Moral, escenificada, pero que se descartó en su momento y que finalmente se ha estrenado en Madrid sin escena y con orquesta y coro distintos a los titulares del Teatro Real. Una opción que ha suscitado no pocas polémicas acerca de los costes que implicaba, inmerso como está el Real en apretados cauces presupuestarios. Lo cierto es que estas dos representaciones en concierto que abrían la temporada son parte de una gira coproducida por el Real junto a la Philarmonie de Berlín y el Festival de Lucerna, lo que ha permitido ajustar sus costes, si hacemos caso de la comunicación oficial del Teatro Real al respecto.

Al frente de la versión en concierto se hallaba la batuta de S. Cambreling, ya habitual en el Real desde el desembarco allí de G. Mortier. La presencia de Cambreling es una garantía de solvencia en este repertorio que emerge desde el clasicismo puro y se tiende hacia la vanguardia, como ya se viera en el Real con Pelléas et Mélisande de Debussy y San Francisco de Asís de Messiaen, o con Poppea e Nerone, la reorquestación de L'incoronazione di Poppea de Monteverdi a manos de Boesmans, que también dirigió al cierre de la pasada temporada. A sus órdenes, de nuevo, como con las representaciones del citado título de Messiaen, regresaba la SWR Sinfonieorchester Baden-Baden, acompañada en esta ocasión por el Europa Chor Akademie, que debía abordar la endiablada escritura vocal de sus abundantes intervenciones, en la que se dice que es quizá la página operística para coro más exigente que se ha escrito. En términos globales el desempeño de orquesta y coro fue notable aunque sin alcanzar singulares cotas de genialidad. En todo caso, sólo cabe valorar, y mucho, su labor, con una partitura muy exigente.


El mítico Franz Grundheber, Wozzeck para el recuerdo, y ya en el ocaso de su carrera, sorprendió por la todavía contundente y bien proyectada voz con la que sirvió al personaje de Moses, escrito bajo la forma del Sprechgesang, un recitado hablado no exento de dificultades que Schoenberg escogió para confrontar el intelectual y abstracto discurso de Moses al más poético y encendido de su hermano Aron, escrito con frases de una melodía más clásica, dentro de los márgenes que ofrece la escritura dodecafónica. Ciertamente fue un acierto pleno contar con Grundheber para servir este papel, que requiere de la madurez interpretativa de alguien como él, capaz de sacar el máximo rendimiento a un libreto brillante, escrito con enorme inspiración por el propio Schoenberg.

Junto a él se encontraba Andreas Conrad en el papel de Aron, un rol con una escritura que asciende constantemente al agudo y requiere al mismo tiempo un fraseo ora amplio y poético, ora recogido e íntimo, lleno de contrastes. Conrad domina el papel con soltura (no en vano es el intérprete del mismo en uno de los escasos registros en DVD disponibles de este título), y fue una réplica idónea a las maduras intervenciones de Grundheber como Moses. 

El resto de interpretes (Johanna Winkel, Elvira Bill, Jean-Noel Briend, Jason Bridges, Andreas Wolf y Friedemann Röhlig) cumplieron en su labor con corrección y dignidad, no desmereciendo el nivel global de la representación.


En conjunto, pues, una espléndida ocasión para escuchar un título no programado con demasiada frecuencia. Si bien se ofreció en versión concierto en esta ocasión, cabe preguntarse si la ganancia con su escenificación habría sido notable, amén de la singularidad de la obra, más próxima a los términos de un oratorio, con más acción en el texto que en la escena. No cabe duda de que una gran propuesta escénica hubiera sido bien valorada, pero no es sencillo el reto de escenificar este título de Schoenberg. Así que al margen de todas las polémicas generadas por los elementos escogidos para programar estas representaciones, puede decirse que el resultado musical, que es lo verdaderamente importante, osciló entre lo notable y lo espléndido.

Fdo. Alejandro Martínez

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