miércoles, 9 de octubre de 2013

Algunas reflexiones en torno al mito de Fausto

Esta entrada es el resumen del artículo "Algunas reflexiones en torno al mito de Fausto" de Ana Alcolea, que se puede leer completo aquí.

Faust im Studierzimmer-Georg Friedrich Kersting
Faust en su estudio - G. F. Kersting
Los mitos pretenden explicar lo inexplicable. Donde la razón no llega, llega el mito. La literatura está llena de personajes que encarnan aspectos míticos, a veces tan escondidos que no los reconocemos. Fausto es un viejo estudioso que vende su alma al diablo a cambio del conocimiento que le ha sido negado durante años. Siglos después de la existencia de un cierto doctor Faust, el poeta alemán Johann W. Goethe escribió su FAUSTO, que se publicó entre 1790 y 1833. Goethe la escribió durante prácticamente cuarenta años. La obra de una vida.

Y de eso habla Fausto, de una vida. O por mejor decir, de la VIDA con mayúsculas. Pues Fausto no es solo el viejo profesor que quiere volver a la juventud para disfrutar de la diversión y de las mujeres hermosas. No. Fausto somos todos nosotros. Fausto es el ser humano que se pregunta al final de su vida qué ha hecho con ella. Fausto quiere volver a vivir para arañar cada segundo de su vida y conocer lo que le ha sido vedado. Para amar. Quiere que su vida sea algo extraordinario. Como don Quijote. Mefistófeles estará al servicio de Fausto mientras dure su vida en la tierra. Los papeles se cambiarán cuando Fausto descienda al infierno en el momento en el que pida que un momento dulce y maravilloso se detenga. Ese es el trato pero en realidad, Fausto estará siempre manipulado por Mefistófeles. Y todo ocurrirá durante un VIAJE.

El viaje es, en la literatura, un símbolo del aprendizaje, del conocimiento, del mundo y de uno mismo: el protagonista conoce partes de él hasta ahora desconocidas, como su capacidad de amar y de matar. El viaje también es una peregrinación hacia el paraíso perdido. Se trata de un viaje circular, que empieza en la pérdida edénica, para volver a la vida eterna, en una suerte de muerte y resurrección. Pues bien, recordemos que la acción de Fausto tiene lugar en Pascua. Empieza y termina en una apoteosis cristiana de la Pascua de Resurrección, en la que Fausto, en la obra de Goethe, asistido por Margarita, asciende a los cielos.

En la obra hay una presencia evidente del cristianismo, potenciada por la figura del personaje femenino. En Margarita se funden los dos arquetipos de mujer que aparecen en La Biblia y en la mitología griega: la mujer tentadora, que lleva al hombre a la perdición, y la mujer salvadora, la donna angelicata del Renacimiento, que salva al hombre y lo conduce a la perfección. La deshonra de Margarita provoca la muerte de su hermano Valentín. Y será el amor por ella el que salvará del infierno a Fausto.

En Gounod, el personaje de Margarita mantiene su carácter puro y angelical, aunque en su locura se ve abocada al parricidio. En Goethe, las gotas para dormir que Mefistófeles le da para que su madre no se entere de sus encuentros con Fausto, acaban con la vida de la anciana. Este aspecto no aparece en Gounod. En la ópera, la madre ya está muerta y sí se habla de que Margarita ha tenido un hijo al que ha matado.


Quel trouble... Salut! demeure chaste et pure - Roberto Alagna

Margarite es una joven inocente que se deja seducir por las joyas y por las palabras de Fausto, siempre bajo el manejo de Mefistófeles. A partir del hallazgo del joyero y de mirarse en el espejo, Margarita dejará de ser inocente y pura. Y su acción conllevará la muerte de toda su familia: de Valentín, de su hijo y la suya propia. Asimismo, su casa dejará también de ser ese “demeure chaste et pure” del aria del tenor para pasar a ser un lugar de placer. El amor de Fausto y su arrepentimiento salvará a Margarita del infierno, y será llevada al cielo por un coro de ángeles en Pascua.

La ópera de Gounod no recoge nada de la segunda parte del Fausto de Goethe, es ambigua respecto a la suerte del protagonista, y termina con la apoteosis de la salvación de Margarita.


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