miércoles, 4 de diciembre de 2013

Elvira de Hidalgo

Elvira de Hidalgo
Elvira de Hidalgo

Tras el arte incomparable de Maria Callas, que el lunes hubiera cumplido 90 años, hay un pedacito de lírica aragonesa. O mucho más que un pedacito, si somos estrictos. Porque la maestra que dio forma a la voz dotadísima y singular de Callas, la maestra que forjó su técnica absoluta no fue sino una turolense, Elvira de Hidalgo. Nacida en Valderrobles en 1891, fue la maestra de Callas en Atenas entre 1938 y 1943. Pero había sido mucho más en el mundo de la lírica durante las décadas anteriores.

Con sólo dieciséis años, tras estudiar en Barcelona con María Barrientos y en Milán con Melchor Vidal, debutó como Rosina de El barbero de Sevilla en el teatro San Carlo de Nápoles. A partir de entonces desarrolló una fulgurante y muy reconocida carrera como soprano de coloratura, especialista en papeles con escritura de agilidad como Gilda de Rigoletto, la Lucia de Donizetti o Elvira de I Puritani.


Actuó en todos los grandes teatros, desde los primeros coliseos europeos de Milán, Londres, Viena, París, Roma, Madrid o Barcelona a los grandes templos americanos, como el Metropolitan de Nueva York o el Colón de Buenos Aires. Actuó junto a nombres que son ya historia de la ópera, como Tita Ruffo, Chaliapin, Stracciari, Fleta o Battistini. Podemos hacernos cargo de su fama si atendemos a que fue la soprano elegida para representar en 1916 a Rosina en la conmemoración en la Scala de los cien años de El barbero de Sevilla.

Tras su retirada en 1936 se dedicó a la docencia, instalándose en Atenas hasta 1949. Después se mudó a Ankara y recaló finalmente en Milán, donde falleció en 1980, con casi noventa años de edad. Cuando nos referimos a los grandes nombres que Aragon dio a la ópera durante el siglo XX siempre reparamos en Fleta y Lorengar, pero convendría también reparar de vez en cuando en la notable trayectoria de Elvira de Hidalgo.

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